“Esperanza” había llegado a un punto de su vida en el que ya no tenía ninguna, estaba cansado, solo, aburrido y desganado seguía la rutina casi como si fuera un piloto automático tomaba como si fuera una esponja y la expresión “Ahogar las penas” nunca había sido más literalmente personificada… Créanme lectores cuando les digo que había llegado al fondo, no tenía trabajo, no tenia amor, y ni siquiera era afortunado en el juego... A los 25 años se sentía perdido en la oscuridad y este estado no era algo a lo que hubiera llegado por voluntad propia, como siempre suele suceder en esta clase de historias, ustedes sabrán lectores si alguna vez se han enamorado, la causa de esta horrible depresión era una mujer, él la creía, obviamente, la mujer de su vida, la razón y la locura, estaba enamorado y perdidamente, si puedo adherir.
Preguntarán, ¿Quién era ella?, bueno ella se llamaba Catherine, tenía 23 años, morocha, tez clara, ojos marrones, una chica preciosa era de ese tipo de chica que tiene ese encanto normal de chica que podría ser tu vecina pero que sin embargo no deja de parecerte hermosa al nivel de una estrella o una supermodelo y se ganaba la vida trabajando de secretaria mientras estudiaba letras y trataba de convertirse en escritora. Se conocieron en una fiesta a la que nuestro amigo ni siquiera quería ir, unas cervezas y algunos tequilas más tarde ambos estaban en la parte de atrás de su auto disfrutando de, lo que yo llamaría, una gran noche.
Los meses que siguieron fueron mágicos de ese tipo de meses que esperas nunca terminen, y así pasaron cenas, películas, sexo, largas conversaciones, horas, días, meses… Parecían el uno para el otro, pero como todos ustedes sabrán lo bueno dura poco, discusiones aparecieron como en todas las parejas, problemas con el tiempo ya que en ese entonces ambos trabajaban, sumado a que ella iba a la facultad, sumado al tiempo que ella necesitaba para escribir hacían que verse fuera muy difícil, y déjenme decirles, no es que el no la apoyara o que no le diera importancia a lo que ella hiciera, pero cuando uno está en una relación necesita cierta cantidad de atención, eso era lo que a él tanto le dolía, sentirse poco importante y en cuanto a lo que ella reclamaba era que él no tuviera metas ni sueños, que trabajara solo lo necesario para mantenerse, que no tuviera interés en estudiar nada y que realmente estuviera conforme con lo que era, pero lo que ella no entendía, o quizás no quisiera o estuviera asustada entender, era que para nuestro amigo no existían metas ni sueños porque ya los había cumplido, no había otra cosa más importante que ella, era su universo y quizás ese sería el factor principal que terminaría llevando a nuestro protagonista al punto en el que hoy lo encontramos, pero no nos salteemos, ya vamos a llegar...
El tiempo pasó, la distancia creció y nuestro pobre enamorado sufrió como si el infierno mismo se hubiera desatado en su corazón, nunca más volvió a estar seguro de sí mismo, dudaría de su sombra hasta el fin de sus días y aun así siguió adelante intentó por todos los medios imaginables recuperarla pero ella había perdido el interés, y déjenme decirles amigos, si nunca estuvieron enamorados, estas cosas suelen pasar seguido, y finalmente luego de nueve meses de amor incondicional, las cosas terminaron, ella encontró a otro quizás en otra fiesta, otro con aspiraciones y sueños y siguió con su vida, pero ¿Qué pasa cuando desaparece de tu vida una persona por la que comes, respiras y vivís?
Y así llegamos al día de hoy amigos nuestro pobre idiota enamorado contempla una hermosa vista del amanecer de un jueves cualquiera desde el balcón de su departamento en el noveno piso. En su mano un vaso lleno, que se vacía en un abrir y cerrar de ojos, y nuestro pobre diablo mira hacia abajo y piensa en lo poco que importaría que desapareciera en ese momento, sería otro día de trabajo, otro día de rutina para 40 millones de personas, se dio media vuelta camino hacia la mesa para llenar ese vaso recién vaciado le hecho una mirada a las facturas vencidas de la luz, del cable, del gas que había junto varias botellas de whisky, sirvió un vaso y lo volvió a vaciar de un solo trago, lo recargo por segunda vez y esta vez camino de nuevo hacia ese hermoso amanecer cruzo el living, dio un largo trago, salió al balcón nuevamente, pero esta vez no hubo nada que lo detuviera, no había lazos, no había barandas, no había ataduras que lo sostuvieran en este mundo, ella ya se había ido, así que nuestro enamorado siguió caminando sin siquiera pensar en la gravedad o quizás ni siquiera era consciente de ella, él solo siguió caminando hasta fundirse con el pavimento…
Camus
05/07/2010
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